Me imagino al pequeño duende paseando con serenidad. El camino es poco transitado y solo sirve a los cortijos de la zona, por lo que hay poco que temer. Da unos pasos, para, olisquea, y vuelve a dar unos pasos más. Para, orienta sus pabellones auditivos..., pero el ambiente permanece tranquilo y continúa el camino.
Es lo bonito de encontrar indicios de fauna silvestre, que cuando te detienes en observarlos, puedes ver a través de ellos...
En las huellas que dejó este corzo la pezuña del pie sobrepisaba la mano, y el hecho de que esté tan retrasado nos indica que el animal caminaba.
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