Ya en otras ocasiones he hablado sobre el extraordinario entramado de túneles y cámaras que componen una tejonera. Si tenemos intención de entenderla un poco, solo bastaría con compararla a una de nuestras viviendas, ya que su estructura, compartimentos y función tienen mucha similitud.
Fue emocionante examinar esta gran obra arquitectónica en uso hallada en las sierras gaditanas, y que se componía de quince bocas de entrada. Se situaba en un montículo de tierra elevado, el cual probablemente debía de estar completamente hueco y comunicado. Algunos de los accesos se encontraban recién trabajados. Presentaban arena acumulada de los movimientos de tierra extraída del interior, aún humedecida y donde se se marcaban abundantes huellas y surcos producidos al empujarla y al entrar y salir. Seguramente, este ajetreo correspondía a esa misma noche pasada.
En su proximidad, tal y como caracteriza a toda tejonera, se encontraban letrinas con un considerable cúmulo de excrementos, puede de uno o más individuos que habitaban dicha vivienda.
La vida en familia de estos mustélidos es realmente interesante, existen numerosos estudios que muestran su organización y complejas relaciones entre ellos.
No es habitual dar con tejoneras de tales dimensiones, así que mi admiración resultó aún mayor.
Diferentes accesos a la tejonera, algunas presentan movimientos de tierra recién extraída.
Letrina situada en la proximidades de la tejonera
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