sábado, 23 de junio de 2018

Abejaruco europeo (Merops apiaster). Nido.

En estas fechas es habitual encontrar unos agujeros totalmente cilíndricos en ciertos taludes arenosos, arcillosos o calizos de nuestro entorno. Lo que puede parecer a primera vista la madriguera de un mamífero o micromamífero, resulta ser el nido de un ave muy peculiar, el abejaruco. 


Este precioso ave multicolor, que regresa de sus cuarteles de invierno africanos a la península durante la primavera, desarrollará la cría en estos enclaves. Para esta proeza elaborará un túnel de entre 1-2 m en dichos taludes, excavando y arrastrando arena hacia el exterior con dos efectivas herramientas, su pico y sus patas. Es posible observar en estos peculiares nidos dos surcos en la parte inferior del interior del agujero, correspondientes a las marcas que dejan las dos patitas del ave durante sus entradas y salidas. También es posible observar justo debajo de este, una cantidad considerable de arena que ha sido extraída y expulsada durante la construcción. 

A continuación muestro uno de estos nidos que comenzó a fabricarse justo en un camino público muy transitado, lo cual no resultaba muy esperanzador, ya que aquí el precioso ave no encontraría la tranquilidad necesaria para llevar a cabo la incubación y crianza de su prole.

Aledaño al agujero principal aparecía otro agujero medio hacer, y donde se encontraban los restos de una egagrópila expulsada por el abejaruco. Las egagrópilas de estas aves consisten en pequeñas bolitas ovaladas de color negro compuestas por restos quitinosos de los insectos voladores de los cuales se alimenta, ya sean abejas, avispas, libélulas, coleópteros...

Así que ya sabéis, si encontráis un agujero de estas características, sabed que puede pertenecer a un abejaruco que haya decidido iniciar ahí su cría, así que procuremos permanecer el menor tiempo posible por si aún se encuentra en dicho quehacer. Aunque a veces, nos lo encontremos justo delante de nuestras narices.




martes, 19 de junio de 2018

Zorrillo sin pelo

Debe ser el joven zorrito que captamos no muy lejos y que formaba parte de la camada mostrada en un anterior vídeo. Me alegro verlo de nuevo y saber  que la sarna, aparte de haberle dejado sin ningún pelo, no le está causando males mayores. Suerte pequeñajo!


domingo, 17 de junio de 2018

El avistamiento fugaz

Íbamos mi buen amigo y yo en su coche, atravesábamos una de esas carreteras sinuosas de la sierra gaditana, como de costumbre, hablando de nuestros preciados carnívoros ibéricos y sus peculiaridades. Eran las una del medio día y el calor ya empezaba azotar con fuerza. A unos cuatro o cinco metros, un animal parduzco con forma de uso atraviesa medio al paso medio al trote balanceando su largo y recio pelaje. Fugazmente desaparece entre el espeso matorral aledaño al arcén. Así suelen ser las observaciones del meloncillo, fugaces.

miércoles, 13 de junio de 2018

Gato montés (Felis silvestris). Huellas, excrementos y cráneo.

"Paradigma del salvajismo, el gato montés es aún hoy un gran desconocido. 

Resulta más grande y corpulento que el doméstico, con el cual está estrechamente emparentado. El cráneo es ancho y fornido, con el perfil redondeado y breve que caracteriza a la familia. Las orejas son pequeñas, probablemente como adaptación al frío. Ostenta una llamativa nariz rosada bordeada de pelos castaños. La intensidad de la mirada del montés radica en unos grandes ojos, ambarinos o verdosos, de pupila vertical...".

Con esta fiel descripción inicia el capítulo dedicado al gato montés en el libro, "Mamíferos Carnívoros Ibéricos (1996)", mi querido amigo Javier Rodríguez Piñero, gran naturalista amante de los carnívoros en la provincia de Cádiz.

Diferenciar un gato montés de un gato doméstico entraña a veces grandes dificultades. Dado a que existen gatos domésticos con pelaje y tamaño de muy similares características. Aún así existen rasgos, como su marcada linea dorsal de color oscuro o los llamativos anillos de su cola, que nos pueden ayudar a la identificación si se observan en buenas condiciones.

Sus indicios también pueden resultar perfectamente confundibles. Existen sutiles diferencias que no siempre son apreciables y gatos domésticos asilvestrados pueden compartir hábitats.

A continuación mostraré algunas imágenes de sus indicios, y su cráneo comparado con el de un gato doméstico, donde sí se apreciaran diferencias contundentes. Incorporo algunos apuntes en los subtítulos de cada imagen.

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Huellas de gato montés. Medida 4,3 cm (Montaña Palentina). Sin descartar la posibilidad de individuo híbrido.

Huellas gato doméstico, menor tamaño que la de montés.

Huella trasera de gato montés (sierra de Cádiz).

Excremento fresco de gato montés. Color negro brillante que lo caracteriza. (Montaña Palentina).

Posible excremento gato montés compuesto por pelo de conejo y algo más envejecido (Sierra de Cádiz). 

Seguidamente paso a comparar los cráneos de ambos felinos, montés y doméstico. Por su mayor tamaño se deduce cual es el de gato montés. Aparte de sus mayores dimensiones craneales y potentes caninos, existen otras características que lo hacen diferenciar del doméstico, como la sutura craneal en zig zag, y la mayor longitud de la muela carnicera.

(Estos cráneos pertenecen a una colección certificada para la impartición de cursos de formación en materia de carnívoros.)

                           






     
Cráneo gato montés.

          Comparación del cráneo de un gato montés con uno de gato doméstico. Se aprecia el mayor tamaño del montés.

A la izquierda, gato doméstico. A la derecha, cráneo de gato montés donde se observa una sutura craneal sinuosa.

Mandíbula gato montés (izquierda), comparada con la de gato doméstico (derecha).


Espero esta entrada haya resultado interesante y pueda ayudarnos a saber un poco más sobre estos, a veces indetectables felinos.